lunes, 11 de febrero de 2008

Brokeback Mountain (En terreno vedado)

Brokeback Mountain, la última película de Ang Lee, es un puro y lírico canto al amor y a la libertad que ahonda en ese concepto tan arraigado en nuestra cultura de que, las más bellas historias de amor, son siempre las imposibles. La película se acerca a una perfección técnica y rítmica que va más allá de lo puramente académico, pero en ningún momento rivaliza con la historia que nos cuenta sino que se pone al entero servicio de ella: la de dos hombres que son dichosos cuando están juntos pero que habitan un mundo en el que no parecen tener derecho a ser enteramente libres. No es una historia de amor más ni, y esto es lo más maravilloso, un manido melodrama más de los que ha estado siempre llena la historia y la actualidad del cine. Brokeback apela a nuestras emociones, con las vistas de esos interminables paisajes habitados por nuestros vaqueros y sus miles de ovejas, con esos matrimonios que responden a la conveniencia y a las circunstancia. B.M. nos retrata una América profunda de los años 60 y 70 que no es ni detestable ni perfecta, es un ambiente como otro cualquiera en el que la figura de dos cowboys enamorados, por sorprendente que parezca no es en ningún momento irónica ni ridícula, simplemente, ocurre. Y Brokeback apela también a nuestra conciencia, como las grandes obras de arte, pues la experiencia humana que relata la película no deja indiferente. Lo sorprendente de la película es que también funciona cuando los dos protagonistas están separados, lo que ocupa una gran parte del metraje. Se ahonda en la descripción de unos personajes que encuentran suertes diferentes pero no vidas que les hagan felices.

Ang Lee es un maestro para algunos y un mero director sin originalidad para otros, pero parece hacer algo siempre bien: elegir el plano más acorde con el personaje en ese momento de la historia. Si además, como en Brokeback, encuentra a un actor como Heath Ledger que resulta absolutamente convincente en su masculinidad, en su rabia acumulada, en sus miedos y miradas, no estamos ante una película cualquiera. No podía ser con otro con el que cerrara la película en ese plano de la postal de la montaña que da título al film que parece venir hacia nosotros pero no es más que la puerta del armario cerrándose. Sencillamente impresionante.

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