lunes, 25 de enero de 2010

Up in the air




Desconfíen, desconfíen de las opiniones ajenas. Yo no lo hice y ante unas estupendas críticas en los medios españoles sobre la última película de Jason Reitman, que ya me había mosqueado un poco con el tremendo éxito de Juno y que a mí no me pareció para tanto, entré al cine ilusionado y salí bastante aburrido, poco impresionado, sin nada que me dejara esta película, una de tantas que pasan por las carteleras pero carecen de corazón.

George Clooney cae bien. El actor, no el personaje que interpreta aquí. Es un tipo que no se toma demasiado en serio a sí mismo, que de veras parece a veces interesado en las desigualdades del planeta, que es un guapo no odioso. Richard Gere nos cae mal a los hombres, da cierta… dentera, yo creo que George Clooney no. Pero el personaje que interpreta en esta película es bobo, un soltero empedernido que parece regocijarse de sus tarjetas de líneas aéreas cual ejecutivo triunfador, olvidando que no es tan glamuroso arrastar tu propia maleta en la que va mezclada la ropa sucia con la limpia, que los Hilton del Medio Oeste americano tienen su punto cutre, y que en el fondo tiene un trabajo que, por bien pagado que pueda estar, me recuerda más al de aquellos señores que limpian las cabinas de los peep-shows en Amsterdam que al de un exitoso empresario. Pero se enamora y va a una boda y puede ser feliz y blablablá… Meloso, previsible, aunque el final no sea un happy ending, casi todo lo anterior lo ha sido, y a pesar de esto no hay sorpresa, no hay verdad, solo carantoñas de amantes, vuelos en Primera (donde los asientos son más grandes, sirven bebidas gratis, y hay periódicos, ¿y qué?), enseñanzas de manual de ejecutivos de 9’95 en amazon…

Este intento de retrato de un hombre moderno, que quiere vivir sin peso encima, sin ataduras, disfrutar sin comprometerse, resulta siendo bastante soso y superficial. Vayan a ver otra cosa.