lunes, 3 de marzo de 2008

4 meses, 3 semanas, 2 días


Algo tiene la primera escena de 4 luni, 3 saptamini si 2 zile, que en ella ya se intuye que lo que vamos a presenciar no es una película normal, una más, sino un ejercicio de sobrecoger al espectador que funciona de maravilla. No quiero decir con esto que sea un trabajo de precisión suiza como en tantas ocasiones un cine que parece usar asesores psicológicos en la construcción del guión y de las tramas nos parece alardear. Más bien tiene el mérito de impresionar, de mover a querer asesinar a uno de los personajes de la película, y hasta para estómagos fuertes, a soñar con el anhelo de abandonar la sala, aún a sabiendas que el sosiego que uno ganaría no puede competir con el cine que se perdería dentro. La acción transcurre en un día. Gabita, la embarazada, deja que sea su amiga Otilia la que lleve el peso de las gestiones. Fue en el 87, el año en que se ambienta la película, cuando las primeras manifestaciones anticomunistas cobraron importancia en Rumania. La película se embarca así en un momento de inicio del cambio, pero constata que los dramas personales son los que verdaderamente construyen las vidas, y que dependiendo del tejido social en que uno se vea éstos pueden ser más o menos llevaderos.

Ninguna escena está de más, ninguna está de menos. Y para los que se preguntan cómo se hacen las buenas películas, es una respuesta interesante. Nuestra percepción se engancha con las multicámaras, el montaje rápido, los planos en movimiento o la wescam. Pero es un placer disfrutar de esa sensación de darse cuenta de que la cámara lleva tres, cuatro, cinco minutos quieta, que la protagonista está sentada en medio del cuadro, y que alrededor suyo trata de estar en la cena en la que está inmersa sin conseguirlo. Como si ella hiciera de nosotros, de espectadora, en la propia película. Con algo más de efectismo están rodadas las escenas nocturnas en la calle, en que la ciudad parece una agresión constante a Otilia, y que son dignas del mejor cine tenebroso y oscuro.

Supongo que con las buenas películas sucede aquella sensación de que uno teme que quizá las palabras no puedan hacerlas justicia. Si uno cree que las buenas películas se distinguen por emocionar, y sin hacerlo de una manera manipuladora o tramposa, 4 meses, 3 semanas, 2 días, es una enorme película (y que, por cierto, en estos momentos está a punto de desaparecer de la cartelera…). Vayan a verla, y como yo he tratado de hacer en esta crítica, expulsen de su cabeza conceptos ideológicos o políticos que, nos gusten o no, nunca son tan sinceros como la realidad que transmiten las buenas películas.

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