lunes, 10 de marzo de 2008

La Guerra de Charlie Wilson















Entré dudando a la sala, y salí convencido. Pensé, como otros, que la presencia de Tom Hanks podría hacerme recordar demasiadas películas, pero en ésta parece convertirse en un Bertin Osborne de la política que siempre bebe y nunca se emborracha.

La película puede enmarcarse dentro de un cine político/educativo de los últimos años, que puede tener a La Guerra… como representante que coquetea con la parodia y la simplificación, y a Syriana en el extremo de la complejidad y desolación. La Guerra… es una película que no aburre en ningún momento y que fascina y sorprende por el retrato de la sociedad y clase oligárquica política estadounidense que realiza. No se sorprendan, así son las cosas, el ser humano puede llegar en ocasiones a unas cotas de perfección e inteligencia que pueden abrumar pero, en general, las cosas suelen hacerse sin demasiada planificación, sobre la marcha, por iniciativas personales o no demasiado claras. Cutres, si me permiten la expresión. Y he aquí que lo que la película plantea es que si la política exterior de los EEUU se planifica por elementos así, y ese es uno de los éxitos de la película, que Charlie Wilson nos cae realmente bien a pesar de (o por) sus pequeños vicios y que además parece moverse por ideales aunque, como a casi todo americano retratado en el cine le pasa (salvemos Syriana), su visión de la (geo)política internacional es simplista y caritativa, si son persona(je)s así los que planifican nuestro mundo, entonces no debe de sorprendernos si el destino no es halagüeño ni los problemas terroristas y políticos surgidos en la Afganistán ‘salvada’ y luego dejada de lado.

Creo que las escenas que más emocionan son las que ocurren en los campos de refugiados, porque en ellas se plantea la dicotomía entre el occidental salvador y el mundo real que parece poder ser salvada por derribar unos cuantos helicópteros. Mucha retransmisión por televisión de la guerra, con música épica de fondo, y ya tenemos emoción del espectador asegurada, así de fáciles somos algunos a veces. Quizá el personaje que menos convence es el de Julia Roberts, sobria en su interpretación y que encarna a una neocon que no se diferencia demasiado de las que tenemos en nuestro país. Philip Seymour Hoffman, camaleónico, es una rata de la CIA, un personaje irónico y sabio por el pesimismo divertido que sabe transmitir.

Se le puede reprochar a la película que aborda un tema que no se detiene a explicar ni analizar en ningún momento, y que parece confiar en que los que la vean sepan sacar sus conclusiones dado que ella prefiere no hacerlo explícitamente. Quizá se le puede reprochar también que toda la película no es más que un flashback en medio de una condecoración a Charlie Wilson por sus servicios prestados, pero se atenúa esa crítica cuando uno constata la diferencia entre ver una escena, al inicio, sin saber que significa, y verla al final, como probando con toda la película un efecto Kulechov que funciona de maravilla. Quizá la película podría haber sido más sangrante, más política, mas inteligente y más crítica, pero me temo que la relación con su ritmo, humor, y la alegría que me produjo haber entrado a la sala, hubiera sido inversa y no directa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, gracias por visitar soycritico.com. Es extraño abordar un tema tan delicado con un tono tan "festivo".

P dijo...

Eso que dices es una idea interesante, porque probablemente es verdad, pero con ello ¿quieres decir también que un tema delicado solo puede ser abordado con seriedad? Acepta también que si la película sacara a los americanos como preocupados por Afganistán o por el mundo habrías salido diciendo que menuda mentira... Al menos en eso la película es honesta, no toma en serio a Charlie Wilson ni a los demás aunque lo que hagan si que sea muy serio...
Saludos!