jueves, 27 de marzo de 2008

Recomendaciones del mes

















Estrenamos hoy sección en el blog: Recomendaciones del mes. Una invitación, no al cine, porque no encontrarás estás películas en cartel, y además no sabemos si eres de los que comen palomitas, sino para que trates de verlas por tu cuenta, y si te apetece, las comentes con nosotros. Una película de ficción, una de no ficción. Empezamos:

- Ficción:
'Le Mepris' ('El Desprecio'), de Jean-Luc Godard. Ver esta película es una de las mayores experiencias fílmicas que pueden experimentarse (y de los pocos contextos en que usar esta expresión no resulta aberrante). Como en cierto tipo de obras maestras, en ella parece que quizá no pasa gran cosa, pero en realidad pasa todo. Los seres humanos nos hartamos, nos odiamos, jugamos a las pantominas de ser felices, pero todo puede ponerse aún peor. Un guionista emparejado con una rubia que hace sonar la música de Delerue es el antihéroe que todos desearíamos ser. Una auténtica joya, probablemente la mejor película de su director, tantas veces citado, aunque aquí afortunadamente su nombre aparece en letras más pequeñas que las del título. Queda por hablar de Ulises, de Fritz Lang, de la localización final... Impresionante.

-No ficción: (No ficción, documental, ¿son lo mismo? Ayúdennos a resolverlo...)
'The War on Democracy', de John Pilger. Gran documental del reportero australiano que recuerda a un gentleman inglés que, como tantos otros, critica el imperialismo americano, especialmente en Centro y Sudamérica. No se trata de una obra que juega a la objetividad pero su manera de tomar partido por nuevos regímenes políticos del subcontinente resulta inteligente y centrada en las personas sin resultar cursi por ello. El mejor momento es la entrevista a un ex alto cargo de la CIA lleno de ira y odio que minimiza los crímenes cometidos por las dictaduras y donde amenaza con que los EEUU volverán a hacer en el futuro cualquier cosa que tengan que hacer por su seguridad nacional. Escalofriante...

domingo, 23 de marzo de 2008

Asuntos privados en lugares públicos


Se estrena con casi dos años de retraso y poco aireada por las carteleras "Asuntos privados en lugares públicos" ("Coeurs"), la última película de Alain Resnais, octogenario sagrado del cine francés, que actualmente se encuentra rodando "Les herbes folles". Resulta de mal gusto poner en cuestión cualquier trabajo de los maestros del cine –ya es bastante con que sigan en activo-, pero es evidente que esta vez estamos antes un Resnais en baja forma, y que opta por un tratamiento voluntariamente anticuado de las imágenes: personajes grises y con cierta tendencia al histrionismo (Lambert Wilson), transiciones de la nieve cayendo, un sentido del humor un tanto anticuado, más filtros sobre los rostros que en una película de Robert Redford, interiores poco habitables... Está claro que partimos de una obra teatral, lo cual queda impostado en el cine la mayoría de veces, pero se añade el aroma a cine viejo rezumado de escepticismo a la hora de hablar sobre las relaciones sentimentales en una gran ciudad. Tampoco es habitual la falta de frescura que rezuman sus actores (André Dussolier, Sabine Azéma como la poco creíble religiosa aficionada al strip-tease).

El Alain Resnais de 2008 se tiñe de un escepticismo cursi que lastra todas las pequeñas historias cruzadas, y ni siquiera el fugaz encuentro de la eterna soltera (Isabelle Carré, lo mejor de la función) y el militar retirado (Lambert Wilson, ¿por qué ha envejecido de golpe?) aporta algún solaz para esta comedia romántica con poco de comedia. Parece como si los actores de "On connait la chanson" (1997) -antes citados- quisieran ponerse a cantar en cualquier momento pero no tuvieran fuerzas o el director no les dejara. A pesar de que se trata de una adaptación teatral, son evidentes las concomitancias con On connait pero en una versión navideña descreída. "Asuntos privados en lugares públicos" es lo que hubiera sido del Bedford Falls de "Qué bello es vivir" si se hubiera convertido en Pottersville.

viernes, 14 de marzo de 2008

La escafandra y la mariposa


Créanme si les digo que no me resulta fácil escribir esta crítica o comentario acerca de la última película que he visto en una sala de cine. Ocurre que hay veces que uno encuentra que la forma y el contenido se funden subiendo a un escalón mayor, y desde ahí en lo alto nos miran con su sabiduría, compadeciéndonos a los pobres mortales por nuestra ignorancia y la repetición continua de nuestros errores.

Le scaphandre et le papillon es una de las películas más emocionantes que he visto en mi vida, y así mientras la veía quise sentirme inmortal, quise morir, agradecí el regalo de estar vivo y lamenté el absurdo de no estar muerto. Ninguna imagen es gratuita, no sobran palabras, ni si han visto o ven la película me comprenderán, repeticiones de las letras del alfabeto por orden de utilización. Pocas veces ha sonado el francés tan bello en una sala de cine.

Quizá necesite de referencias científicas para seguir escribiendo, y podría contarles que… “el Síndrome de Cautiverio es un término acuñado por Plum y Posner para describir el estado de parálisis de los cuatro miembros y musculatura bulbar con preservación de la conciencia en el que el paciente sólo se puede comunicar con movimientos oculares y parpadeo”. Pero la película no es una obra triste y lánguida sobre un hombre que no puede moverse un ápice, ni crea un falso debate vida así sí/vida así no, la película es una obra ejemplar por el uso que realiza de las imágenes creadas en la imaginación de Jean-Dominique Bauby que se integran al abrigo de la historia con una maestría pocas veces igualada.

Es una película que da sentido al cine. Es una película que da valor y sentido a que las historias quieran contarse con imágenes y palabras, aunque a la vez mientras hace eso puede reírse de la inmensa mayoría del cine que se ha hecho se hace y se hará, porque las comparaciones son odiosas cuando comparamos aquello que trata el tema principal, aquello que aunque a veces nos tapemos los oídos nos acompaña desde hace siglos, la vida y todos sus derivados, los hechos o azares que nos hacen hombres, con todo aquello que es superfluo y a veces confundimos con nuestra verdadera naturaleza pero en realidad es solo pose, mentira.

Vayan a verla. Seguramente ya les suena de que va, no quiero volver a contárselo y les he dado una introducción científica hace dos párrafos. Las películas se inventaron para que surgieran cosas como La escafandra y la mariposa. Obras enormes en que las imágenes, reales o imaginadas, nos tocan y golpean a cada escena, casi sin tregua, y nos hablan del absurdo de la vida, del atisbo de un escote, de amar, de tener hijos y escribir un libro. Vayan a verla, y que la vida les ofrezca mariposas…

miércoles, 12 de marzo de 2008

X MUESTRA DE CORTOMETRAJES DE LA COMUNIDAD DE MADRID - Sesión 07-03-08.


Con ánimo de hacer algo más variado el contenido de nuestro blog, comentamos ahora, como muestra un botón, los cortometrajes emitidos en una de las sesiones de la X MUESTRA DE CORTOMETRAJES DE LA COMUNIDAD DE MADRID proyectados en el Círculo de Bellas Artes el pasado día 7 de Marzo. Solo pretendemos tratar ligeramente el mundo del corto español, en gran desarrollo, aunque a veces sin la calidad mínima exigible a aquellos que quieren dedicarse al mundo de la creación cinematográfica.

Kuri - corto de animación con un perro divertido (el perro, el corto regular), sin pretensiones, y ese es su mayor defecto, quizás hay que aspirar a hacer un poquito más…

La clase - documental, esperaba encontrarme con algo cursi y manido al saber que trataba de unos niños haciendo teatro en un colegio público, y me llevé una sorpresa al encontrarme al mejor corto de la tarde. Bien llevado, quizá podría durar algún minuto menos y no abusar de tanta música, pero en general, muy recomendable: enhorabuena a la directora y su equipo.

El talento de las moscas – Tremebundo, largo, aburrido, sin mensajes o pretendiendo mandar demasiados… No vale para crear una historia usar un personaje histórico, ni hablar de la Guerra Civil, ser sensible o tener una buena fotografía… Tampoco vale que se premien este tipo de guiones…

Mofetas – Probablemente el segundo mejor de la tarde, aunque no logra crear tensión cuando lo pretende, y los interludios de fantasía (sobre todo el primero) desentonan y cortan un ritmo no hallado. Le falta cargar más las tintas…

Una historia sin pies ni cabeza – Pues eso, un corto sin pretensiones de alguien que muestra los dibujos animados que hacía cuando era niño. No entramos a valorarlo, pero es quizá una muestra de lo de moda que está hacer un corto, y quizá veamos pronto a un panadero haciendo uno sobre sus panes o a un médico sobre sus pacientes. Dejémoslo en agradable y simpático.

Nada más. No pretendemos alabar ni molestar a nadie. Es solo que como alguien que sabe dice, tan importante es la diferencia entre hacer un cortometraje bueno o malo, como importante es el hecho de saber lo que uno ha hecho. Si la directora del cortometraje que menos nos ha gustado estuviera contenta con el resultado de su trabajo, no la auguramos un futuro demasiado prometedor. Ánimo y a gastar película que aún la subvencionan…

martes, 11 de marzo de 2008

Las Hermanas Bolena


No dedicaré demasiado tiempo a esta película puesto que ya me hizo perder unas dos horas ayer (el tiempo de ir al cine, aparcar, y encima verla…) y no permitiré que me robe demasiado también hoy. Se nota que el inglés Justin Chadwick: a) viene de la televisión, toda la película está impregnada de ese tono melodramática de las películas (malas) hechas para la televisión en las que todo lo que sucede parece ser importante pero al espectador nada le importa nada, y b) no había realizado ningún largometraje hasta éste, y eso se nota, la historia se menea de lado a lado sin saber a donde ir, la realización es aburrida y repetitiva, planos y planos de travellings laterales en los que algo o alguien pasa por delante de la cámara pretendiendo dar ¿realismo a el cuadro?, y planos y planos en palacio enmarcados por puertas, personajes, rejas, que pretenden transmitir con estilo de escuela de cine en decadencia que siempre hay alguien escuchando y ojo avizor. Un horror vamos…

El guión es plano, predecible, los diálogos y la psicología de los personajes parecen querer coger lo que le interesa al autor del siglo XVI y lo que le interesa de la actualidad, y así surgen unos personajes débiles, lejanos, que no interesan. Cualquiera de los actores tuvo que ver rechinar sus dientes al leer ese guión, pero hay que pagar las mansiones y las fiestas claro… Natalie Portman es la guapa y manipuladora Ana presa de unas ansias de poder un tanto incomprensibles puesto que, como no, todo empeora para ella al convertirse en reina (el éxito no trae la felicidad señores, ¿o es qué no se lo habían dicho nunca?). Scarlett Johansson pretende hacer de hermana menos guapa pero sus labios la traicionan, y es tan romántica que se enamora del rey tras compartir su lecho ignorante de que a los hombres se les llena el cerebro de testosterona, que es lo que le ocurre al Enrique VIII interpretado por Eric Bana, al que detesto desde que en un avión tuve que ver la patética y aburrida Lucky you, pero al que envidio la honrosa muerte a manos de Brad Pitt/Aquiles en Troya, en la que su gesto vacío pero confiado si que estaba justificado. Aquí sale ridículo con sus gorritos…

En fin, un despropósito. Me provocó risa la escena de ‘casi’ incesto, y no sé me ocurre nada mejor que decir que lo más grande de la película es el grano que le han puesto a Ana Torrent/Catalina de Aragón. Una de esas películas de las que salgo pensando: “pena de dinero…”, y no me refiero al mío, me invitaron, sino al que se gastaron en hacerla…

lunes, 10 de marzo de 2008

La Guerra de Charlie Wilson















Entré dudando a la sala, y salí convencido. Pensé, como otros, que la presencia de Tom Hanks podría hacerme recordar demasiadas películas, pero en ésta parece convertirse en un Bertin Osborne de la política que siempre bebe y nunca se emborracha.

La película puede enmarcarse dentro de un cine político/educativo de los últimos años, que puede tener a La Guerra… como representante que coquetea con la parodia y la simplificación, y a Syriana en el extremo de la complejidad y desolación. La Guerra… es una película que no aburre en ningún momento y que fascina y sorprende por el retrato de la sociedad y clase oligárquica política estadounidense que realiza. No se sorprendan, así son las cosas, el ser humano puede llegar en ocasiones a unas cotas de perfección e inteligencia que pueden abrumar pero, en general, las cosas suelen hacerse sin demasiada planificación, sobre la marcha, por iniciativas personales o no demasiado claras. Cutres, si me permiten la expresión. Y he aquí que lo que la película plantea es que si la política exterior de los EEUU se planifica por elementos así, y ese es uno de los éxitos de la película, que Charlie Wilson nos cae realmente bien a pesar de (o por) sus pequeños vicios y que además parece moverse por ideales aunque, como a casi todo americano retratado en el cine le pasa (salvemos Syriana), su visión de la (geo)política internacional es simplista y caritativa, si son persona(je)s así los que planifican nuestro mundo, entonces no debe de sorprendernos si el destino no es halagüeño ni los problemas terroristas y políticos surgidos en la Afganistán ‘salvada’ y luego dejada de lado.

Creo que las escenas que más emocionan son las que ocurren en los campos de refugiados, porque en ellas se plantea la dicotomía entre el occidental salvador y el mundo real que parece poder ser salvada por derribar unos cuantos helicópteros. Mucha retransmisión por televisión de la guerra, con música épica de fondo, y ya tenemos emoción del espectador asegurada, así de fáciles somos algunos a veces. Quizá el personaje que menos convence es el de Julia Roberts, sobria en su interpretación y que encarna a una neocon que no se diferencia demasiado de las que tenemos en nuestro país. Philip Seymour Hoffman, camaleónico, es una rata de la CIA, un personaje irónico y sabio por el pesimismo divertido que sabe transmitir.

Se le puede reprochar a la película que aborda un tema que no se detiene a explicar ni analizar en ningún momento, y que parece confiar en que los que la vean sepan sacar sus conclusiones dado que ella prefiere no hacerlo explícitamente. Quizá se le puede reprochar también que toda la película no es más que un flashback en medio de una condecoración a Charlie Wilson por sus servicios prestados, pero se atenúa esa crítica cuando uno constata la diferencia entre ver una escena, al inicio, sin saber que significa, y verla al final, como probando con toda la película un efecto Kulechov que funciona de maravilla. Quizá la película podría haber sido más sangrante, más política, mas inteligente y más crítica, pero me temo que la relación con su ritmo, humor, y la alegría que me produjo haber entrado a la sala, hubiera sido inversa y no directa.

lunes, 3 de marzo de 2008

4 meses, 3 semanas, 2 días


Algo tiene la primera escena de 4 luni, 3 saptamini si 2 zile, que en ella ya se intuye que lo que vamos a presenciar no es una película normal, una más, sino un ejercicio de sobrecoger al espectador que funciona de maravilla. No quiero decir con esto que sea un trabajo de precisión suiza como en tantas ocasiones un cine que parece usar asesores psicológicos en la construcción del guión y de las tramas nos parece alardear. Más bien tiene el mérito de impresionar, de mover a querer asesinar a uno de los personajes de la película, y hasta para estómagos fuertes, a soñar con el anhelo de abandonar la sala, aún a sabiendas que el sosiego que uno ganaría no puede competir con el cine que se perdería dentro. La acción transcurre en un día. Gabita, la embarazada, deja que sea su amiga Otilia la que lleve el peso de las gestiones. Fue en el 87, el año en que se ambienta la película, cuando las primeras manifestaciones anticomunistas cobraron importancia en Rumania. La película se embarca así en un momento de inicio del cambio, pero constata que los dramas personales son los que verdaderamente construyen las vidas, y que dependiendo del tejido social en que uno se vea éstos pueden ser más o menos llevaderos.

Ninguna escena está de más, ninguna está de menos. Y para los que se preguntan cómo se hacen las buenas películas, es una respuesta interesante. Nuestra percepción se engancha con las multicámaras, el montaje rápido, los planos en movimiento o la wescam. Pero es un placer disfrutar de esa sensación de darse cuenta de que la cámara lleva tres, cuatro, cinco minutos quieta, que la protagonista está sentada en medio del cuadro, y que alrededor suyo trata de estar en la cena en la que está inmersa sin conseguirlo. Como si ella hiciera de nosotros, de espectadora, en la propia película. Con algo más de efectismo están rodadas las escenas nocturnas en la calle, en que la ciudad parece una agresión constante a Otilia, y que son dignas del mejor cine tenebroso y oscuro.

Supongo que con las buenas películas sucede aquella sensación de que uno teme que quizá las palabras no puedan hacerlas justicia. Si uno cree que las buenas películas se distinguen por emocionar, y sin hacerlo de una manera manipuladora o tramposa, 4 meses, 3 semanas, 2 días, es una enorme película (y que, por cierto, en estos momentos está a punto de desaparecer de la cartelera…). Vayan a verla, y como yo he tratado de hacer en esta crítica, expulsen de su cabeza conceptos ideológicos o políticos que, nos gusten o no, nunca son tan sinceros como la realidad que transmiten las buenas películas.