miércoles, 2 de abril de 2008

Al otro lado


Hay películas que consiguen cautivar a los espectadores mientras éstos se entregan a ellas, pero de las que uno al salir sospecha no de le dejarán demasiada huella. Más adelante, cuando trata de reflexionar sobre ellas, se da cuenta de que no es tan sencillo desmenuzarlas, que están construidas sobre una estructura firme y calculada pero repleta de humanidad y conocimiento. Al otro lado pertenece a esa clase. Quizás, si nos leen ustedes a menudo, pensarán que aquí somos tremendamente exigentes con las películas, siempre las encontramos peros y esperamos que además de entretener y divertir consigan aportar algo a nuestras conciencias. La respuesta es clara: nos parecen tan afortunados aquellos que las hacen, que no podemos ser menos que implacables.

Faith Akin es un cineasta turco/alemán, cuyo cine tiene siempre conexiones con su doble condición personal, pero que afortunadamente trata esa realidad, casi bipolar, sin hacer alardes de ello. Simplemente la retrata como la ve, que en nuestra opinión, es muy parecida a cómo es. Si alguien conoce de cerca Alemania, a sus gentes, sus costumbres, y también se ha asomado a Estambul o a la Turquía más auténtica, encontrará unos retratos al natural de estas sociedades muy cercanos a la realidad.

Otra cosa es que el guión, del que también es responsable, abuse, queriendo disimularlo un poco, de las llamémoslas, casualidades de la vida. Disimula porque los vericuetos de la vida de esas personas no dependen de esas casualidades, sino que aparentemente solo están ahí, pero sin ellas la película perdería cohesión y fuerza, de las que la película afortunadamente no carece. Es un buen guión, si, pero a veces se nota demasiado la necesidad de matar a un personaje para que la historia pueda seguir avanzando, para que los destinos de los personajes parezcan compartir sinos y sentimientos.

Estilísticamente uno parece estar viendo una mezcla que funciona: una mezcla de realismo y anormal realidad que parece recordar a Wenders, junto con un tono más neutro que recuerda en algunos momentos al cine árabe tan laureado en los festivales en los últimos tiempos.

Podríamos reprocharle a la película el anhelo de tratar demasiados temas y personajes, y muchos de índole social: la prostituta, el extranjero o descendiente de ellos, la relación lesbiana entre las dos chicas… ¿Pero cómo acometer esta crítica? Es una ley universal que, al abarcar mucho, el detenimiento en cada detalle va a ser insuficiente y en algunos momentos puede que se acerque al tópico (no me hagan decir el refrán…). Pero también es respetable el deseo de, desde el respeto y la humildad, tratar de tratar varios temas para aumentar la complejidad de la historia. En ese sentido, la película lo consigue con creces.

Las grandes obras se permiten ser líricas cuando a sus autores les place, y de esa manera ahondan en lo particular de la condición humana. Al otro lado concluye con un plano de ese tipo, en la que el hijo espera a que el padre regrese de pescar para conciliarse con él. Les confesaré una cosa: cuando empecé a escribir esta crítica, pensaba que tenía una visión más negativa e imperfecta de la película, pero recordándola y evocándola, he salido de mi imprecisión y reservado un lugar en mi memoria cinéfila para ella. Como siempre, lo importante lo decimos al final: vayan a verla.

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