lunes, 26 de octubre de 2009

El soplón


Película que se deja ver y que en algunos breves momentos puede provocar la carcajada, pero que en la mayor parte de su metraje, solo produce cierta confusión. Placentera si se quiere, pero confusión al fin y al cabo.

Steven Soderbergh ha tenido la suerte de convertirse en uno de esos pocos directores que, formando parte de la familia más comercial, se permiten hacer el lujo de hacer lo que les da la gana detrás de una cámara. Tras explotar al máximo la gallina de los huevos de oro de Ocean y sus compinches, quizá hasta el punto de no poder dar ya más huevos que llevarse a la boca, nos regala en El soplón una de esas películas hechas más por el interés del creador que por el del público. Pero no un interés propio basado en la narración de historias que lleguen al corazón o a través de un lenguaje novedoso y generoso para el resto de creadores, sino más bien un interés propio puramente estilístico. Sí, la película es un interesante ejercicio de estilo, como un magno ejercicio de escuela de cine que pretendía y consigue moverse en un ámbito ambiguo entre lo cómico y lo grotesco, entre lo heroico y lo patético. Así es su protagonista, del que uno no acaba de comprender bien si simplemente está algo chiflado o le falla la memoria o simplemente lo único que hacía era tomarles (y quizá también tomarnos) un poco el pelo a todos los que se ponían a su merced.

Basada en acontecimientos reales, la recomendaré solo a aquellos que van a menudo al cine y de vez en cuando se preocupan al ver cómo van agotando las películas vírgenes en la cartelera. Disfrutable, pero prescindible.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Conecté bastante con esta película.