lunes, 7 de septiembre de 2009

Up


Alguien dijo que todas las grandes historias cuentan un viaje, y Up no es una excepción. La factoría Pixar sigue sin marchar su nombre. Los más grandes directores de la historia del cine, los artistas que llenan nuestros libros de texto y los museos que solo suelen ser gratis un día a la semana, todos, alguna vez, crearon obras menores y que pueden no hacer justicia a los que las firman. Pero estos señores no parecen equivocarse demasiado, o se dirán muy amablemente pero con firmeza en las reuniones “mira, eso no es una buena idea”, de manera que todo aquello que hacen, lo hacen bien. Y pensar que Steve Jobs, el de Apple, se la compró a George Lucas hace 23 años por 5 millones de dólares…

Up va a por ti, a emocionarte, y si para ello tiene que usar amores irreductibles por el tiempo, espíritus combativos y que sacan lo mejor de sí mismos en la adversidad, defensores de los débiles frente a la locura de los poderosos, lo hace. De todas maneras la experiencia es inseparable del hecho de haber sido la primera película vista en 3D en una sala comercial convencional. Agradezco que nadie tirara palomitas a mi boca abierta durante los primeros minutos de la proyección.

Tras unos cinco primeros minutos memorables, sin diálogo, en los que se describe lo que es una vida con sus alegrías y tristezas, una vida como la que quizá vivamos usted y yo, la película pasa a tratar ese viaje del que hablábamos al principio con más humor, persecuciones, y personajes (la mayoría no humanos) más que originales. Está claro que el ‘target’ de la película es claro: todo el mundo, desde el abuelo viudo al niño de pocos años. Nadie escapa al encanto de Pixar. Tampoco lo haga usted.

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