martes, 8 de septiembre de 2009

Anticristo



Lejos de valorar u opinar sobre los autores, sobre los favoritismos y predilecciones, sobre si la palabra genio puede utilizarse gratuitamente o debe reservarse para los que con pocas dudas lo son, lejos de todo esto, lo que aquí pretendemos es invitarles a que vayan a ver las películas que les comentamos para bien, y que se abstengan de gastar sus euros en aquellas que a nosotros, humildemente, nos parecen que no los valen

Así que este cometido se torna difícil hablando de Anticristo. Si ustedes esperan ver la mejor película de Lars von Trier, esa obra que condensa el sufrimiento y la locura humana, saldrán decepcionados, porque la película no llega tan lejos, quedándose en un ejercicio de cierta transgresión visual. Si esperan encontrar personajes interesantes como los idiotas de Los idiotas, o el racionalizante Tom de Dogville, tampoco los hallarán, porque los dos protagonistas de la película son arquetípicos, y a pesar de sufrir una fisura vital que inaugura la película, carecen de fisuras caracteriales. Él (Willem Dafoe) es el cerebro, la razón, el control. Ella (Charlotte Gainsbourg) es la pasión y el pecado, el infierno, el presunto anticristo que da nombre a la película sin venir demasiado a cuento.

Así que ni frío ni calor, a pesar de que en algunos momentos pueda crear repulsión a los ojos de las almas cándidas que valoran la integridad de sus genitales. Que el epílogo es maravilloso visualmente está claro, pero usted también puede tomar prestado algo de música de Händel de la película Farinelli y seguramente hasta el vídeo de sus vacaciones parezca realmente serio, sobre todo si le añade unos copitos de nieve digitales por aquí y por allá. Pero si lo mejor de una película son sus primeros minutos (sin tener nada que ver, y siendo floja, comprueben también el inicio de El señor de la guerra), es que la historia no funciona. Por mucho que (de cuando en cuando) su director nos parezca un genio .


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